A prueba el EC-03, el scooter eléctrico de Yamaha
(Roger Escriche, Barcelona) Las marcas japonesas tienen fama de prácticas, merecida o inmerecidamente, gracias a productos como este diminuto scooter 100% eléctrico, que ya cuenta con cierto recorrido a sus espaldas desde el inicio de su comercialización en Japón a finales de 2010.
Aunque en el mercado de las motos eléctricas cada vez se dejan ver más productos destinados al ocio gracias a los avances tecnológicos relacionados con las baterías, Yamaha opta por el momento por un vehículo con un precio competitivo, simple, práctico y, algo todavía más importante que lo anterior, mucho más fácil de rentabilizar en la vida real.
A la mínima expresión
La Yamaha EC-03 es la mínima expresión de un scooter. Creada sobre un chasis tubular de aluminio, pesa solo 56 kg, algo que definitivamente permite subirla por el ascensor para recargarla en un enchufe casero, como si fuera una bicicleta.
Su unidad propulsora, que en Yamaha denominan YIPU, incorpora un motor de accionamiento directo montado en la rueda trasera, un programa de cambio optimizado, y un ordenador encargado de calcular la potencia ideal en cada momento y entregar el par máximo a baja velocidad.
El YMCS, o Yamaha Mutual Communication System, por su parte, permite que la batería, el controlador, el cargador y los sistemas de medición funcionen ininterrumpidamente y de forma óptima en cada momento. También es capaz de bloquear el scooter como medida de seguridad introduciendo un código en el panel de instrumentos, y no deja que se ponga en marcha si se está cargando o la rueda trasera no está en contacto con el suelo.
En la práctica, lo importante es que el sistema permite al EC-03 funcionar de dos modos distintos. El modo Standard está destinado fundamentalmente a alargar la vida de la batería, de forma que limita la velocidad máxima a unos 30 km/h. Pulsando el botón Power obtenemos toda la potencia y podemos desplazarnos a una velocidad próxima a los 50 km/h, aunque a partir de 45 km/h el parpadeo de un testigo situado bajo la pantalla multifunción nos invita contantemente a relajar un poco la presión de mano derecha sobre el puño del gas.
Disponemos de unos 30 kilómetros de autonomía en modo Standard y 20 kilómetros en Power, tras los que tendremos que recargar la batería durante unas siete horas. La operación se puede realizar en cualquier enchufe, sin necesidad de emplear cargador alguno, mediante un cable de corriente que ya está integrado debajo del asiento.
Sin aparentes pretensiones
Las autonomías y prestaciones que nos ofrece el Yamaha EC-03 a duras penas permiten cubrir las necesidades mínimas de movilidad diaria en una ciudad relativamente grande. Pero la proyección de la firma japonesa para su scooter eléctrico va en otro sentido.
En primer lugar, las motos eléctricas tecnológicamente más avanzadas son extremadamente caras. Los 2.500 € que hay que desembolsar para tener el EC-03 es un precio mucho más razonable, desde luego acorde con unas prestaciones sin demasiadas pretensiones. Este scooter es el súmmum de la sencillez, apto para todos los públicos, intuitivo gracias a su pantalla LCD multifunción y fácil de conducir, sin ningún tipo de brusquedad provocada por el par del motor eléctrico. Su suspensión trasera con muelles helicoidales filtra muy bien las irregularidades del terreno, y los neumáticos estrechos de baja resistencia a la rodadura casi nos recuerdan a los de una bicicleta.
Su gran punto fuerte sin embargo es la ligereza. 56 kg son extremadamente fáciles de transportar, incluso en un coche, lo que convierten al Yamaha EC-03 en una propuesta mucho más adaptada a entornos vacacionales, campings, urbanizaciones y cómo no también, retomando el argumento inicial de la rentabilización, para trabajadores en ambientes industriales o grandes infraestructuras como aeropuertos. Las motos eléctricas de ocio llegarán en otro momento. Hoy por hoy, lo que cuenta es la practicidad.
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